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ADIVINANZAS DE ANIMALES I

De abeja a caballo

Las soluciones están escritas con tinta invisible al pie de cada adivinanza. Para poder verlas tienes que pasar el ratón con el botón izquierdo apretado. Pero antes de leer la respuesta... ¡piensa un poco!

Zumba que te zumbarás,
van y vienen sin descanso,
de flor en flor trajinando
y nuestra vida endulzando.
De celda en celda voy
pero presa no estoy.
Mi picadura es dañina,
mi cuerpo insignificante,
pero el néctar que yo doy
os lo coméis al instante.
Zumba en vuelo vibrador,
en su casa todo es oro,
trabaja haciendo un tesoro
con lo que le da la flor.
Soy sabia y no tuve escuela
para mí no hubo doctrina
soy maestra de cocina
y cocino sin candela.
Aunque no soy florista
trabajo con flores
y por más que me resista
el hombre arrebata
el fruto de mis labores.
No vuela y tiene un ala,
no es camión y hace «cran».
Vive en el desierto,
mata a las personas,
debajo de las piedras,
muy bien se acomoda.
Chao, chao,
rabito «alzao».
En rincones y entre ramas
mis redes voy construyendo,
para que moscas incautas,
en ellas vayan cayendo.


En alto vive, en alto mora,
en alto teje, la tejedora.


Teje con maña
caza con saña.
Nunca camina por tierra,
ni vuela, ni sabe nadar,
pero aún así siempre corre,
sube y baja sin parar.
¿Quién hace en los troncos
su oscura casita
y allí esconde, avara,
cuanto necesita?
¿Quién allá en lo alto
en las ramas mora
y allí esconde, avara,
todo lo que roba?
Iba una vaca de lado,
luego resultó pescado.
Sobre la vaca, la «o»,
a que no lo aciertas, no.
Es la reina de los mares,
su dentadura es muy buena,
y por no ir nunca vacía,
siempre dicen que va llena.
Mi reinado está en el mar,
soy de peso regordeta;
un día, siglos atrás,
me tragué entero a un profeta
aunque luego lo expulsé
al pensar que estaba a dieta.
Sal al campo por las noches
si me quieres conocer,
soy señor de grandes ojos
cara seria y gran saber.
Trabajar, siempre mucho trabajé;
aunque nunca estudié
en la escuela me conocen bien;
algunos dicen de mí: «terco bicho es»
y Pinocho mucho se asustó
cuando en mí casi se convirtió.
¿Cuál será aquel animal
que rebuzna y no es borrico;
en la cara, en el hocico
y en el cuerpo es casi igual;
que trabaja irracional,
que lo que come merece,
tiene de burro la cara,
no es borrico y lo parece?
No lo parezco y soy pez,
y mi forma la refleja
una pieza de ajedrez.
Lo rascaba llorando
de la crin a la cola
y en él se iba trotando
por una loma.
¿Cuál es el animal
que tiene silla
y no se puede sentar?
Desde hace miles de años
hemos transportado al hombre;
ahora nos lleva escondidos
en el motor de su coche.
© El huevo de chocolate

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