Puedes llevarlo en el pelo
y, a veces, en los zapatos,
se coloca en la cintura
y en el rabo de los gatos.
(El lazo)
Mi ser por un punto empieza,
por un punto ha de acabar,
el que mi nombre acierte
sólo dirá la mitad.
(La media)
Resuélveme este dilema:
«soy una, pero soy media».
(La media)
De día, morcilla;
de noche, tripilla
(La media)
Aunque las adornamos a ellas
cuando no tenemos carreras,
la gente tiene manía
de no llamarnos enteras.
(Las medias)
Dos buenas piernas tenemos
y no podemos andar,
pero el hombre sin nosotros
no se puede presentar.
(Los pantalones)
Para salir a la esquina
ponte pan en el talón y camina.
(El pantalón)
En tus manos estoy limpio,
en tus ventanas me ensucio,
si sucio, me ponen limpio,
si limpio, me ponen sucio.
(El pañuelo)
Ahí vienen dos:
uno se moja
y el otro no.
(El paraguas)
Con varillas me sostengo
y con la lluvia voy y vengo.
(El paraguas)
El mismo camino andamos,
ni nos vemos, ni nos encontramos.
(Los pendientes)
Destacan en las orejas
creyéndose independientes,
van casi siempre en parejas.
(Los pendientes)
Nuestra dueña nos coloca
uno a cada lado,
siempre pendientes,
siempre colgados.
(Los pendientes)
Se pone para dormir,
aunque no es un camisón,
puede ser de lana, seda o algodón.
(El pijama)
Por la noche me lo pongo,
por el día me lo quito
y en la siesta lo uso un poquito.
(El pijama)
Santa con nombre de flor,
y, a pesar de este retrato,
me confunden con zapato.
(Las sandalias)
Alto y más alto,
redondo como un plato,
negro como la pez,
¿a que no me lo aciertas en un mes?
(El sombrero)
Una copa redonda y negra,
boca arriba está vacía,
boca abajo está llena.
(El sombrero)
Tamaño de una cazuela,
tiene alas y no vuela.
(El sombrero)
Tengo copa y no soy árbol,
tengo alas y no soy pájaro;
protejo del sol a mi amo,
en invierno y en verano.
(El sombrero)
Me pisas y no me quejo,
me cepillas si me mancho,
y con mi hermano gemelo
bajo tu cama descanso.
(Los zapatos)
Me lleváis,
me traéis,
y si sois nuevos
quizás me mordéis.
(Los zapatos)
No me utilizan los patos
mas me llevan de apellido,
con «Z» empieza mi nombre,
¡y ya el resto es pan comido!
(Los zapatos)
Dos hermanitos muy igualitos,
en llegando a viejecitos
abren los ojitos.
(Los zapatos)
De día llenos de carne,
de noche con la boca al aire.
(Los zapatos)
Pisados, siempre en el suelo,
recibiendo malos tratos,
y sin señales de duelo.
(Los zapatos)