Una tarde fresquita de mayo
monté mi caballo y me fui a pasear
por la senda donde mi morena
graciosa y hermosa solía pasar.
Yo la vi que cortaba una rosa,
yo la vi que cortaba un clavel
y le dije: -Jardinera hermosa,
¿me das una rosa, me das un clavel?
Y me dijo muy fina y galante
-Al instante yo te las daré
si me juras que nunca has tenido
flores en la mano de otra mujer.
-Te lo juro por mi amor constante
te lo juro y te lo juraré,
que son estas las flores primeras
que tomo de manos de una mujer.
Una tarde fresquita de mayo.Joaquin Díaz