Recién nacido Meleagro, príncipe de Calidón, las tres parcas predijeron que la vida del niño duraría tanto como un tronco de árbol que estaba ardiendo en la chimenea. Entonces Altea, madre de Meleagro, sacó el tronco del fuego, lo apagó y lo guardó en un lugar secreto de su palacio.
Meleagro creció fuerte y sano y llegó a ser el mejor lancero de Grecia.
Un año que hubo una gran cosecha Eneo, rey de Calidón y padre de Meleagro, ofreció un sacrificio a los dioses para darles las gracias por la próspera cosecha pero olvidó homenajear a la diosa Artemisa que se sintió despreciada y para vengarse envió un enorme jabalí a los campos de Calidón que arrasó los campos de trigo, destrozó las parras y los olivos, mató los rebaños y atemorizó a los granjeros que huyeron a refugiarse tras los muros de la ciudad.
El rey Eneo mandó heraldos pidiendo ayuda. Acudieron valientes cazadores de todos los rincones de Grecia deseosos de tener el honor de matar al jabalí y quedarse con su piel como trofeo.
Los participantes en la cacería fueron numerosos, además de Meleagro llegaron héroes de toda Grecia como Jasón, Anceo, Ificles (hermano gemelo de Heracles), el veloz Idas, Linceo, Néstor, Anfiarao, dos centauros, Leucipo, Acasto gran lanzador de jabalina, Plexipo y Toxeo tíos de Meleagro, Teseo (el vencedor del Minotauro), Piritoo amigo de Teseo, Peleo (esposo de Tetis, diosa del mar) y muchos más valientes cazadores. También se presentó una chica alta y delgada, armada de arco y flechas, llamada Atalanta, que deslumbró a todos por su belleza.
Atalanta era hija de Esceneo, rey de Arcadia. Nada más nacer su padre, desilusionado porque quería un hijo varón, la abandonó en la cima de una montaña para que muriera. Pero la diosa Artemisa le envió una osa que la amamantó y cuidó. Atalanta se convirtió así en la hija adoptiva de Artemisa e hizo la promesa de que nunca se casaría. Llegó a ser una gran cazadora y la corredora más rápida del mundo.
Antes de empezar la cacería Anceo dijo:
- Me niego a cazar con una mujer, no debemos dejar que participe.
Meleagro, que se había enamorado de Atalanta nada más verla, le obligó a callar.
Cuando sonaron los cuernos, anunciando el comienzo de la cacería, todos los héroes se adentraron en un bosque de espesa arboleda en el que se había refugiado el jabalí.
Los dos centauros se habían apostado a ver cual de los dos sería el primero en besar a Atalanta. Cuando lo intentaron ella los mató a los dos con sus flechas y siguió caminando tan tranquila.
Linceo vio al jabalí cerca de un arroyo y avisó a los demás. El jabalí al verse acorralado embistió y mató a tres de los cazadores. Néstor se salvó subiéndose a un árbol. El héroe Teseo lanzó su jabalina pero falló. Ificles sólo consiguió rozarle en un costado.
Cuando el jabalí estaba a punto de arrollar a Anceo, Atalanta disparó una flecha que alcanzó al jabalí debajo de la oreja e hizo que desviara su trayectoria, salvando a Anceo.
Pero Anceo, desagradecido, no quiso reconocer que Atalanta le había salvado la vida y
le gritó:
- ¡Mujer tenías que ser!, has estado a punto de alcanzarme con tu flecha.
Cuando el jabalí volvió a embestir Anceo intentó darle un golpe con su hacha pero el jabalí lo despedazó con sus colmillos.
Peleo le lanzó una jabalina pero también falló, la jabalina rebotó en un árbol y mató a otro de los cazadores. Anfiarao, con una flecha, alcanzó al jabalí en el ojo derecho. El jabalí, sintiéndose herido, se revolvió y acorraló a Teseo contra un árbol, entonces Meleagro se acercó al jabalí por el lado derecho por donde no podía verle y le clavó una lanza en el lomo, que le atravesó el corazón, matándole en el acto. Inmediatamente Meleagro le quitó la piel y se la dió a Atalanta diciendo:
- Te la mereces porque tu flecha le habría causado la muerte muy pronto.
Los tíos de Meleagro protestaron:
- No es justo, Atalanta sólo provocó una herida, tú lo has matado.
Meleagro respondió:
- Callaos, ya he tomado la decisión de darle la piel a Atalanta.
- Lo has hecho porque te has enamorado de esa chica, le respondió uno de sus tíos, piensa en lo que dirá tu esposa.
- Pide disculpas o te mataré, gritó Meleagro.
El otro tío dijo:
- Mi hermano no tiene porque pedir disculpas, cualquiera puede ver que ha dicho la verdad.
Entonces Meleagro, cegado por la ira, atravesó con su lanza a sus dos tíos.
Cuando la madre de Meleagro se enteró que éste había matado a sus dos hermanos favoritos sacó el tronco que guardaba y lo arrojó al fuego.
Meleagro sintió de repente un fuego interno y una gran quemazón y murió lentamente cumpliéndose así la profecía de las tres parcas.
El padre de Atalanta, rey de Arcadia, al enterarse que su hija había ganado la piel del jabalí de Calidón se sintió muy orgulloso y la mandó llamar, diciéndole:
- Bienvenida a casa, te pido perdón por haberte abandonado, desde ahora te reconozco como mi hija y heredera y buscaré un esposo digno de tí.
Pero como Atalanta había prometido que nunca se casaría le dijo a su padre:
- Me casaré con el primer hombre que logre ganarme en una carrera, pero los perdedores deberán morir.
El rey aceptó y durante uno o dos años ningún pretendiente logró vencer a Atalanta.
Entonces Hipómenes, biznieto de Poseidón, que se había enamorado de Atalanta ofreció un sacrificio a Afrodita para que le ayudara.
Afrodita le prestó a Hipómenes tres manzanas de oro para que pudiera distraer a Atalanta durante la carrera.
Empezó la carrera, Hipómenes iba tirando las manzanas de oro, de una en una, y Atalanta se iba agachando para recogerlas. Con esta estratagema el astuto Hipómenes pudo vencer a Atalanta y casarse con ella.