(I)
¡Anda, borriquillo tordo,
que está Belén a dos pasos
y está la Virgen cansada
y está, borrico, nevando!
Aligera que te espera
un portalillo caliente.
Tu creerás que es primavera:
lo será cuando a tu vera
nazca un bello Sol ardiente.
¡Anda, borriquillo tordo,
que está a dos pasos Belén,
y está, en la noche, la Aurora
casi a punto de nacer!
(II)
Un pobre portalillo
con un pesebre
que servirá de cuna
para mecerle.
José no habla:
hay penas y alegrías
en su garganta.
(III)
¡Qué tierno Niño,
que entre Belén y el cielo
trazó un camino!
(IV)
Lo ha sembrado de lágrimas,
lo ha empapado de sangre;
pero Jesús sonríe...
¡Viene a salvarte!
¡Qué tierno Niño,
que entre Belén y el Cielo
trazó un camino!
de Villancicos...
(V)
Niño de mis amores,
tu faz querida,
llena de resplandores
toda mi vida.
En el pesebre
La Luz de Dios alumbra
eternamente.
(VI)
No temáis a la noche,
buenos pastores,
que el frío se hace hoguera
de corazones.
Y en los luceros
sonríe la mirada
del Padre Eterno.
(VII)
Hay un pueblo en la tierra
bello y pequeño
que será Luz naciente
del Universo.
¿Cómo es posible
que Jesús por los hombres
sea tan humilde?...
(VIII)
¡Quién pudiera, María
sufrir contigo,
y, si preciso fuera,
morir de frío!
Mas de aquí a poco
se cambiará, María,
dolor en gozo.
(IX)
"Pastores, si queréis pan
más blanco que la azucena"
hoy ha bajado en Belén
el Pan del Cielo a la tierra.
(X)
-¿Sabe el Niño que ríe
lo que le espera?...
(Fuera del portal, sólo
frío y estrellas)
-¿Sabe el Niño que llora
llorar con pena?...
(Fuera del portal, sólo
el viento gime y se acuesta)
La sombra de tres Reyes
por la vereda...
Guitarra y estrella.
Luz Fría en el son.
¡Qué noche tan bella
para mi canción!
Escarcha en la rama,
aprisco y olor.
Los pastores cantan...
¡En la noche el Sol!
No duermas, aunque no tengas,
mi guitarra, un cantaor,
que esta Noche hay que cantarle
serranas al Niño Dios.
No temas, María;
primas y bordón
serán tus sollozos,
tus quejas de amor.
No temas María
delante de Dios.
Que suene la gaita,
que cante el pastor;
parirás un Hijo
María, sin dolor.
¡Ay, sol de poniente!
¡Ay, Sol de mi Sol!
Que luzca la prima,
que rime el bordón.
Enciende, por tierras y mares
hondas soleares
¡en mi corazón!...
Dejemos la puerta abierta
para que traiga el ciclón
un arpegio de guitarras
en la Voz del Niño Dios.
Guitarra y estrella
flamencos en son.
¡Qué Noche tan bella
para mi canción!
(I)
Los Reyes, cuando era niño,
me "echaron" una escopeta.
Digo yo si no sería
para matar la soberbia.
También recibí un violín
de desafinadas cuerdas.
Digo yo si no sería
para amansar a las fieras.
(II)
Aquélla noche de Enero,
de frío y lunita clara,
cuando llegaban los Reyes
al filo de mi ventana,
yo no dormía y mis padres
lo mismo que yo, velaban.
No llegaban nunca, nunca,
las bellas luces del alba...
Juan Morales Rojas (1918-1991) nació en Córdoba, ciudad que constituye la base de toda su andadura poética. Desde los ecos del más puro romancero popular el poeta ha sabido mostrar un entrañable cariño por Córdoba, sus pueblos y sus gentes.
"Rapsodia", "Romancero de Toro y Torero", "Campo de Vista Alegre", "Poemas de la Tierra y del Tiempo y otros cantos de lírica esperanza" y "Rutas líricas de Córdoba" son algunos de sus libros en verso en los que el poeta ha sabido glosar el encanto de las tradiciones populares en vibrantes cantares y poemillas que rezuman amor y entusiasmo por su tierra natal.
En l988 publicó "Silencio de Pueblo y Pinos y otros poemas de vida y esperanza", conjunto de poemas creados la mayoría de ellos a la sombra de los pinares de Cerro Muriano en los que refleja, a la manera machadiana, la profunda humanidad del hombre y el poeta ante el espectáculo insuperable de una naturaleza cargada de vivísima emoción y belleza. Su libro "Córdoba" ha sido traducido al francés, inglés y alemán. Perteneció a la Real Academia de Córdoba. La ciudad de la mezquita tiene una calle y un premio de poesía que llevan su nombre.